
Juja es la persona que trabajó como “interna” en la casa de mi abuela materna y en la de mi madre cuando yo era pequeña. Era de origen indígena, originaria del “monte impenetrable” del Chaco, Argentina. Nunca se casó ni tuvo hijos, dió su vida por entero a mi familia, y nos quiso. Pero nunca llegó a obtener el reconocimiento y el lugar que le correspondía en esta familia adoptiva. Desde donde estoy, el tema de la “familia” (la consanguínea y la de la crianza) son temas que me interesan y a los que pongo en cuestionamiento con mi nueva forma de familia. Es desde ahí que vuelvo una y otra vez a verlas, a entenderlas más allá de los discursos oficiales de la familia. Siempre me sentí muy vinculada a Juja, yo era de sus favoritas. Murió estando yo muy lejos, cuando estaba embarazada. Por eso la busco en mi estudio, que tiene una práctica parecida a una cocina, un útero o un ritual chamánico para, con la libertad del juego y el humor, recrear una serie de imágenes de la vida que no fué. Utilizar la magia, el poder de sugestión y transformador de la obra para reescribir una posible vida que no fué.
Poryecto Juja con las mujeres de Centro de Empoderamiento de las Trabajadoras del Hogar el los Cuidados (CETHYC)





















